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HISTORIAS COFRADES DE JAÉN, JAÉN

HISTORIAS COFRADES DE JAÉN, JAÉN

Por Javier Cano - Marzo 30, 2024
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Nombres propios de la capital, coronas que no hacen real a la hermandad que las luce y algunos datos anecdóticos para este último tramo de la Semana Santa

Semanas Santas como la de 2024 las ha habido a espuertas, tan pasadas por agua que han dejado chorreando al personal. Procesiones que se quedan en sus templos y no pasa nada, aunque más de uno se acordará de aquellas sonadas suspensiones que, como en el caso de El Abuelo, tenían a Jaén en vilo toda la noche y bien entrada la mañana, a ver si al final paraba un poco y, aunque solo fuera dos o tres horas, Jesús salía. Vaya si salía.

En cuanto el cielo concedía tregua, a la calle que se iba sin mirar horarios, venias ni demás impedimentos que hoy harían imposible aguantar hasta las siete del alba para, fuere como fuere, no dejar a la ciudad sin Viernes Santo. Los tiempos, que cambian hasta en eso. 

En este último tramo de una Pasión naufragada (Jesús no salió), Lacontradejaén echa la vista atrás para compartir con los lectores historias, nombres propios y curiosidades de una Semana Santa que pone en marcha el cronómetro hacia la de 2025.

 La corona real sobre el escudo de una hermandad de Jaén. Foto: Mario Cano Campos.
La corona real sobre el escudo de una hermandad de Jaén. Foto: Mario Cano Campos.

La mulica de Jacinto Higueras Cátedra, una imagen distinta, un derroche de contemporaneidad que su cofradía aguantó a duras penas hasta que los aires de Triana conquistaron la hermandad blanquiazul y desterraron la talla a la clausura donde actualmente se le niega incluso la mirada evocadora de los niños de entonces. 

Cofradía esta que por que por más que corone su escudo con el tocado propio de las monarquías y hasta le bautice su denominación, no es regia. Cierto es que en el 76 el ahora rey, por entonces príncipe de Asturias, aceptó el nombramiento de gobernador honorario (como evidencia el documento que conserva el archivo de la cofradía), pero de ahí al privilegio de titularse real va un trecho.

La hermandad debía de saberlo ya por entonces: de hecho, ni siquiera utiliza ese adjetivo en el pergamino que los Senise firmaron para el nombramiento. 

Algo tan peligroso como agradable, que diría Jardiel Poncela, y un asunto que si viene a estas páginas digitales lo hace con la información de primera mano facilitada por las fuentes del Palacio de la Zarzuela consultadas por este periódico, que no dejan lugar a la duda. 

Tampoco lo es La Estrella, aunque guste (eso sí) de coronar su escudo. Ni Los Estudiantes, que acaso lo hacen en alusión al carácter real del monasterio de Santa Clara. Porque por otra cosa...

Tarde del Lunes Santo, que tantas veces olió por la capital a florecillas de la Senda de los Huertos: las que los chaveas de la Merced recogían (mandados por los mandamases de la cofradía) para que el trono de la Virgen de las Lágrimas no quitase ni un ápice de protagonismo a la imagen de Martínez Cerrillo, allá por los años 80 (por eso, y porque no tenían ni un duro para flores, que todo hay que decirlo).

 El cantaor Manolo Valderrama. Foto: Archivo de Javier Cano.
El cantaor Manolo Valderrama. Foto: Archivo de Javier Cano.

La Clemencia (la hermandad predilecta del mítico, del entrañable Falito), el barrio de la Magdalena, los Valderrama... Al balcón de su casa/droguería se asomaba Manolo (1926-2015) para cantarle al Caído y no había nene capaz de aprenderse una letra suya, de tan atentos cómo estaban al movimiento de boca, misterioso y antiguo, del menor de esta gran dinastía cantaora. 

Durante años gobernó la entidad Rafael Espejo Tortosa, hermano chico de aquellos fusilados de la Guerra Civil que, extrañamente, cuentan con calle a su nombre en la capital jiennense. Rafael acostumbraba a dar un cachete y llamar "pollo" a cualquiera que no peinase canas aún, desde el privilegiado mirador de sus noventa y tantos tacos, con los que falleció no hace mucho. 

Cofradía, por cierto, que coqueteó con la casa real y llegó a coronar su escudo y denominarse como tal, hasta que le dijeron (o ella misma se dio cuenta) que nanay de la China. 

La cosa va de Martes Santo y hay que recordar a Bartolomé Cerezo, alma mater de la Hermandad del Silencio mucho tiempo, cuyos restos reposan bajo su Señor, en el columbario de Cristo Rey.

O a José Gómez-Zorrilla, sobrino nieto de don Bernabé Soriano que cuando vendió sus tierras para que construyeran el Pryca le pagaron tanto que no había cofradía que no le pidiese un trono.

Sí que es real La Buena Muerte, la última de aquí en recibir ese título, poco después de su fundación, entre aromas de pastelería (la de los Delgado, ascendientes de don Victoriano Delgado, el maestro de Leosavic). Todo pinta que (al contrario que otros colectivos) jamás se les ocurrirá sustituir el prodigio escultórico de su titular (obra del patriarca de los Higueras) por un Jesús neobarroquísimo, o sea, de inspiración sevillana. 

El Cautivo lleva corona real en su escudo: conocer las cosas no es serlas, si se le hace caso a Ortega (a Ortega y Gasset, no al histórico fotógrafo cofrade de Jaén).

También del Miércoles Santo, inconfundible resultaba (bajo el traje de estatutos) la figura de Juan García Carmona. Alguien cuya fisonomía era la réplica exacta de su carácter, como escribió Conrad sobre el capitán MacWhirr, en sus Historias del Mar.

Hubo un tiempo, cuando el palio de la Esperanza descansaba sobre varales por fuera, en que a sus portadores les daba por correr como la Virgen de Turre el Domingo de Pascua. Ya pasó. 

 Don Cándigo Nogales contempla por última vez al Cristo de la Expiración, desde el balcón principal de su colegio de San Agustín. Foto: Archivo de Javier Cano.
Don Cándigo Nogales contempla por última vez al Cristo de la Expiración, desde el balcón principal de su colegio de San Agustín. Foto: Archivo de Javier Cano.

La Expiración, Manolito Ruiz Córdoba. Si era singular el personaje, que cuando gobernó la cofradía se buscó un 'vicario, de tan imposible como le resultaba atender las cosas cofrades a cuenta de sus muchos viajes. La hermandad de don Rafael Ortega Sagrista, cuya túnica lo amortaja.

Y de Luis Escalona, que seguramente nunca lloró tanto como aquel Jueves Santo de 1999 cuando un zaleón a los que el Cristo no estaba acostumbrado, le rompió el brazo. Hay quien dice que si el bueno de Luesco resucita y ve que su hermandad sigue en eso de levantar los tronos a la hispalense manera, se vuelve a la tumba.

Para ver la salida del prodigioso Cristo, Pepe Román abría las puertas de su casa frontera a la parroquia de San Bartolomé y juntaba allí a gentes tan inolvidables como José Luis Buendía y 'su' Tere. Cuando no quedaba sitio libre en sus balcones, los ventanucos del bloque eran el mejor belvedere. Que se lo pregunten, allá donde esté, al poeta Miguel Calvo Morillo

¿Volverá alguna vez La Veracruz a ser la procesión de 'los civiles'? ¡La de gente que no veía ningún cortejo y, sin embargo, no se perdía esta! "Recuerde el alma dormida...". Entre otros, era la hermandad de don Francisco González Quero, pionero de las ondas (aquella evocadora Radio Caldera) en la capital del Santo Reino. 

Veinticinco años hace (entrando ya de pleno en la Madrugada) que Jaén impuso su medalla de oro al Abuelo, una multitudinaria tarde de mayo del 99 a los pies de la fachada de la Catedral.

Ya ha llovido (desafortunada frase visto lo visto la ventosa noche del 29 de marzo), pero hablando de eso, de agua que cae del cielo, no hay más que recordar lo que ocurrió otro mes de mayo (el de 2023) para comprobar cómo, a pesar de los pesares, Jaén sigue encomendado de por vida al anónimo Nazareno de la casería. 

Diez años después de la medalla volvió a su Camarín, donde el pintor Francisco Cerezo Moreno tuvo estudio y, como un Chanquete ilustre e ilustrado, cantó con su prudente silencio aquello de "No nos moverán".

Decidió no dejar de pagar su alquiler y, así (junto con otros comprometidos con el patrimonio de su tierra), dio tiempo a que la administración crease una figura de protección legal sin la que la antigua iglesia de los carmelitas descalzos hubiera corrido la misma suerte que el resto del convento (hoy bloque de pisos aledaño).

Para quien quiera saber más de este poco conocido capítulo, el museo del artista en su Villargordo natal deja claro el papel jugado por el maestro a través de una singular exposición.  

 Francisco Cerezo restaura un cuadro en su estudio, ubicado en el Camarín de Jesús. Foto. Archivo de Javier Cano.
Francisco Cerezo restaura un cuadro en su estudio, ubicado en el Camarín de Jesús. Foto. Archivo de Javier Cano.

Nuestro Padre Jesús... Todavía anda como antes, lleva detrás la misma música desde hace ocho décadas. "¿Jesús? Como nunca. ¿La procesión? Como siempre", exclamó un cofrade de toda la vida al encerrarse hace años, sin saber que con esas palabras resumía insuperablemente el encanto de esta anárquica comitiva cuyas peculiaridades hacen tirarse de los pelos a tantos y tantos usuarios de gomina, ese signo de identidad que según otro maestro, Antonio Burgos, divide a los sevillanos en dos tipos de personas. 

Si no llega a ser por ¡la climatología' (¡cuánto y qué mal se utiliza la palabreja, por cierto!), o lo que es lo mismo, por ese inoportuno viento de Jaén que Serrano Cuesta atrapó en un dibujo, este año Rosa Garrido Cancio hubiera salido con el cetro de hermana mayor coronado con el óvalo (fotografía coloreada posiblemente por Genaro Giménez de la Linde) que, a principios del XX, llevó su bisabuelo, Alberto Cancio Uribe, como gobernador de la cofradía nazarena. 

Líneas arriba aparece el nombre del padre de los pobres, el médico con estatua en la Plaza de las Palmeras (o eso se cree, porque hay quien dice que la chapa, con los calores de Jaén, la ha consumido y que el día que se descubra no habrá más hito monumental delante de Hacienda que los botijos de Tito). 

En sus casas de la Plazoleta de las Cruces (primero) y de la Carrera de Jesús, el palacio del vizconde de Los Villares (después), albergó don Bernabé la antigua imagen del Yacente, antes de que Constantino Unghetti y Cerezo tallaran y policromaran la actual, respectivamente, a finales de los años 50 del pasado siglo XX. 

Y en su caserón de la calle Almendros Aguilar acogieron los condes de Humanes a Santa María del Silencio (la mal llamada Roldana durante la tira de años) antes de donarla a la Congregación del Santo Sepulcro; la pasión particular de don Juan Lozano Perales, aquel clásico de la Pasión según Jaén. Por eso (y por muchas cosas más) esta procesión gana cuando se aventura en el breve abismo del arco de San Lorenzo.

Hablando de clásicos... Luis López Morillas (1939-2006), Fofó jaenero cuya tristura cotidiana convertía en realidad la sentencia de que todo payaso esconde una gran tristeza detrás.

Por contraste, ningún traje de estatutos le caía mejor que el dorado alegre del Domingo de Pascua, el de la cofradía de sus amores. Valentina, su madre (que compartía nombre con la viuda de Emilio Cebrián), vecina de la empinada calle San Lorenzo, lloraba cada vez que él subía a visitarla.

"¡Hijo de mi alma!", le decía ella cuando se despedían, lo mismo que la madre de Manuel García Cuesta hizo que grabaran en la tumba de su malograda criatura, un torero mítico, el Espartero. "Que también es sevillano". 

Historias cofrades de Jaén, Jaén hoy que la ciudad conlleva la cruz de mármol de un Viernes pasionista sin Jesús en sus calles. Esa dolorosísima orfandad. 

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COMENTARIOS

David Funes

David Funes Marzo 31, 2024

Se te ha olvidado que la cofradía de Ntro. Padre Jesús también tiene una corona en su escudo de las de aliexpress. Igual es que eso no te interesa ponerlo, claro.

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JAVIER CANO

JAVIER CANO Abril 01, 2024

Buenos días. Al hilo de su comentario, le aclaro que la Cofradía de Nuestro Padre Jesús luce corona real en su escudo gracias a su condición de real, desde el siglo XIX. Saludos.

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