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Lo que se esconde tras la imagen en 'Noche Polar'

Por Pablo Díaz Tena - Febrero 25, 2024
Lo que se esconde tras la imagen en 'Noche Polar'
Escena de la cuarta temporada de 'True Detective'. Fuente: IMD.

La cuarta temporada de True Detective, escrita y dirigida por Issa López,  devuelve la personalidad a una serie ahogada por convencionalismos

La primera temporada de True Detective supone un punto de inflexión en el mundo de las series. Por primera vez, un 'thriller' televisivo es capaz de atesorar una calidad que evoca a los más grandes referentes del género —especialmente a Fincher—, con una atención a todos los detalles que componen la obra (desde la puesta en escena hasta la dirección de actores) similar a la de cualquier cima del suspense cinematográfico.

Pero mas allá del apartado técnico o del virtuosismo que Nic Pizzolatto demostró en sus planos secuencia, hay un elemento inefable que conecta su temporada —y que no lograron ni la segunda ni la tercera— con True Detective: Noche polar: la atmósfera. Issa López —creadora y directora de la cuarta temporada— ha sido capaz de cautivar de nuevo al espectador a un nivel instintivo a través de la ambientación; de una textura genuina que atraviesa cada plano y en clave ominosa, profetiza algo terrible que se esconde tras la imagen. Si bien no llega a ser tan redonda como el serial de Pizzolatto, es innegable que al menos –que es mucho— ha devuelto la personalidad a una serie ahogada por convencionalismos.

La trama se desarrolla en Alaska, donde la oscuridad es protagónica. El equipo de la Estación de Investigación Ártica desaparece por completo en circunstancias extrañas. La encargada de la investigación en primera estancia es la detective Liz Danvers —personaje atormentado que interpreta una magnética Jodie Foster—, a la que se unirá Evangeline Navarro —fascinante encarnación de la idiosincrasia nativa y su relación visceral con el entorno compuesta por Kali Reis—, en un caso, que no sólo supone desentrañar una telaraña de sucesos que se remontan décadas atrás, también supone una exploración interna en las tinieblas de las propias protagonistas. Incluso más peso que el propio guion, tienen los elementos simbólicos que inundan —y redundan demasiado— los capítulos.

Las dicotomías nativo-civilizado; oscuridad-luz; pureza-contaminación o razón-locura, más una conexión telúrica con el terreno, donde se libra una eterna batalla entre lo místico e identitario y lo invasor y pragmático, como la explotación de los recursos naturales sin importar las consecuencias.

Hay durante toda la historia un alegato —a veces demasiado panfletario— indigenista que atraviesa la trama, hasta el punto que “lo maligno” se revela como espectro, como enemigo abstracto y difuso nacido de la propias creencias proverbiales de la población autóctona.

Parece que le han dado total libertad creativa a la directora mejicana Issa López. Libertad de la que ha hecho gala para dotar a la temporada de una identidad propia que la diferencia de sus antecesoras, sobre todo en el uso de la música y la profusión de diálogos —en muchas ocasiones repetitivos—, pero a su vez ha captado la verdadera esencia que hizo de True Detective una obra mayor. Al igual que la temporada inicial, Noche Polar esconde soterrado bajo la imagen (bella, turbia, abstracta) el verdadero terror. Aquel que no se muestra, pero escondido bajo los pliegues de la realidad, expande todo su poder.

 Cartel de la cuarta temporada de ‘Noche Polar’.
Cartel de la cuarta temporada de ‘Noche Polar’.

FICHA TÉCNICA

Título original: True detective: Night country

Año: 2022

Duración: 60 minutos

Creadora: Issa López

Nota en IMDB: 7,2

Nota en FilmAffinity: 6

Nota del crítico: 3,5/5

La serie está disponible en HBO MAX

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